La semana pasada dejábamos a Perico Vidal pasando una temporada junto a Frank Sinatra en su casa de Los Ángeles y alternando con parte de la jet set local. Tras aquello, sería el propio Sinatra quien invitaría a nuestro protagonista a viajar a Nueva York aprovechando un encargo para Ava Gardner, que entonces vivía en Madrid. Su estancia en la ciudad de los rascacielos se prolongaría el tiempo suficiente para que Vidal pudiese conocer a fondo las raíces de su adorado jazz y alternar por Harlem con algunos de sus músicos favoritos.
De regreso a España para retomar su trabajo como asistente de dirección y para cumplimentar el encargo hecho por Sinatra, Perico tendría ocasión de conocer a la auténtica Ava, una mujer harta del cine y de su condición de estrella que ahogaba sus penas bajo ingentes cantidades de alcohol, sexo y melancolía. Tras aquello se sucederían las producciones de mayor o menor enjundia entre las que destacan La mujer y el pelele, protagonizada por una esplendorosa Brigitte Bardot, y en especial De repente el último verano de Joseph Leo Mankiewicz, que le daría la oportunidad de conocer a otro mito imperecedero del cine: Liz Taylor, una mujer con mucho más glamur en la pantalla que fuera de ella. Acabamos el capítulo de esta semana con el relato de la amistad que unió a Perico Vidal con Nicholas Ray, otro habitual de la jet madrileña durante los años cincuenta y sesenta, a cuyas órdenes trabajaría en la mastodóntica Rey de reyes. No podía imaginar que poco después, su participación en una insignificante película rodada en Málaga sería el billete que le abriría las puertas del cielo.
Big Time episodio seis: Nueva York, 1958.
Big Time episodio siete: Ava (Madrid, años 50).
Big Time episodio ocho: Liz, Mank, Spiegel, Belmonte (y un cangrejo gigante).
