Una de las últimas obras de Alex North, conocido sobre todo por su labor en Espartaco. El inexorable paso del tiempo acabó pasándole factura a un compositor que, aunque prestigioso, siempre había tenido cierta fama de viejuno y a principios de los 80 parecía varado en una época veinte o treinta años anterior. Musicalmente Dragonslayer no está mal, pero la partitura resulta demasiado clásica y anticuada para una película de 1981 supuestamente dirigida al público joven.