Banda sonora de una de las películas más impactantes del primer lustro de los noventa, algo determinado más por las trágicas circunstancias que rodearon su gestación que por la película en sí, pero que no por ello hace que pierda interés como reflejo de una época en la que el indie rock y en particular el grunge dominaban el panorama musical. Siguiendo la norma habitual en esta clase de productos relacionados con filmes comerciales para un público joven, el disco reúne a los artistas cuyas canciones podremos escuchar durante el metraje, todas ellas con un estilo perfectamente acoplado a la estética gótica y “sucia” de la película con los abanderados The Cure abriendo la función con Burn, escrita ex profeso y que acabaría por convertirse en uno de sus últimos himnos antes de acabar la década sumidos en una discreta penumbra.
El resto del plantel lo conforman nombres muy populares a primeros de los 90 pero hoy mayormente olvidados como los de Stone Temple Pilots, Rage Against the Machine o Nine Inch Nails, que se atreven con una versión de los no menos apropiados Joy Division. No hay mucho más que contar de un disco que merece la pena rescatar del baúl de los recuerdos y en el que, como suele ser habitual, el principal damnificado es el compositor de la banda sonora original Graeme Revell que ni aparece en los créditos, el pobre. No sería la última vez que su obra sería ninguneada, aunque al menos en esta ocasión le compensaron publicando una Original Motion Picture Score al año siguiente del estreno.