Rolland Tyler, un reputado técnico en efectos especiales, acepta un encargo de la policía para simular el asesinato de un testigo protegido al que se quiere ocultar de los mafiosos que lo persiguen. Pero algo sale mal: durante la ejecución del plan el testigo es asesinado de verdad y toda la culpa recae sobre Tyler, envuelto en una oscura trama de la que es el principal blanco y de la que sólo podrá salir airoso exprimiendo sus habilidades.
La infantilización de la cultura (pero en especial del cine) durante los años ochenta del pasado siglo, elevó la popularidad de películas generalmente huecas pero atiborradas de fantasiosos efectos especiales, que en buena medida aún se hacían de manera artesanal, convirtiendo en ídolos a quienes los diseñaban. Fue una edad dorada para empresas como la Industrial Light & Magic de George Lucas o tipos como John Dysktra o Phill Tipett, cuya presencia en los créditos servía por sí sola como marchamo de calidad. F/X se hace eco de todo aquello envolviéndolo en una trama de suspense muy resultona como entretenimiento, aunque también en otras facetas técnicas y artísticas. Nombres como los del director de fotografía Miroslav Ondrícek, el montador Terry Rawlings o los actores Bryan Brown y Brian Dennehy contribuyen a dignificar una cinta producida por el malogrado Dodi Al Fayed sobre la base de un libreto escrito para TV por dos guionistas novatos y filmada con un presupuesto muy ajustado, de cuyo éxito da fe una secuela estrenada ya en los 90 y una serie, ambas de mucha menor enjundia.