Hace algún tiempo comenté una docuserie de Amazon sobre Ted Bundy que no era sino la respuesta a este trabajo, distribuido por Netflix. Dado que entonces ya escribí bastante sobre la figura del que fue uno de los asesinos en serie más célebres de Estados Unidos, no tiene sentido alguno redundar sobre él salvo para indicar que Las cintas de Ted Bundy es a todas luces muy superior.

Algo raro para tratarse de un producto Netflix, empresa demasiado acostumbrada a alargar hasta la nausea cualquier filmación para cubrir su parrilla de contenidos, con resultados generalmente desastrosos. Esta es una afortunada excepción, y lo es porque sus cuatro episodios, de unos cincuenta minutos cada uno, no divagan yéndose por las ramas. La figura de Bundy, un personaje poliédrico en su feroz voracidad criminal (recuerden: quiso entrar en política y ser abogado, llegando incluso a defenderse a sí mismo en los juicios a los que fue sometido), da para eso y más. La narración, siguiendo un orden prácticamente cronológico, está lo suficientemente bien estructurada y contada como para resultar interesante en todo momento. Documental basado, como su propio nombre indica, en conversaciones grabadas a Ted Bundy en la prisión donde estuvo recluido tras ser condenado a muerte, en lo que constituye toda una historia por sí misma, dado el carácter extremadamente manipulador y narcisista del sujeto.

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