Paul Verhoeven ya era conocido en Estados Unidos cuando, durante los años setenta, la lió parda siguiendo una fórmula magistral que podríamos denominar «sexo + violencia = éxito asegurado». Una fórmula que, no por sobradamente conocida a esas alturas, había que saber aplicar y que Verhoeven, un buen director, supo aplicar para, con películas como Delicias turcas (nominada al Óscar) o Eric, oficial de la reina, hacer carrera desde su Holanda natal llamando la atención al otro lado del charco. El salto a Norteamérica estaba cantado y llegó en 1985 con Los señores del acero, aunque fue un salto «a medias» porque se rodó en régimen de coproducción con Holanda y España. RoboCop sería su primera película cien por cien yanki, dos años más tarde, y pese a todo lo que había logrado anteriormente, los productores que confiaron en él lo hicieron desde la prudencia: poca gente recuerda que RoboCop se planteó como una serie B de bajo presupuesto fácil de amortizar especialmente en el mercado de los videoclubes, donde esta clase de películas siempre eran recibidas con los brazos abiertos.

RoboCop superó todas las expectativas puestas en ella, convirtiéndose en un clásico instantáneo y compensando con ello los mil padecimientos que el modesto Peter Weller tuvo que soportar durante el rodaje, alcanzado de paso la cima de su carrera. Para hacerse una idea de lo que supuso, baste decir que aguantó un año entero en las carteleras de muchas salas de grandes ciudades, y cuando pasó a distribuirse en vídeo era tal el ansia del público por comprarla o alquilarla que resultó casi imposible de conseguir, pudiendo mi hermano pequeño y yo disfrutar la sensación de «emprender» tal como se dice en la España de hoy al hecho de aprovecharse de los demás ganando dinero a su costa: cobrando a amigos y compañeros de colegio por ver la película en nuestra casa. Finalmente, en 1990 Canal+ España inauguraría oficialmente sus emisiones con RoboCop, utilizándola como reclamo para captar abonados con un éxito rotundo.

Y a todo esto, ¿qué tal la película? La pregunta casi se responde sola. RoboCop continúa siendo una maravilla, además de entretenidísima, gozando de plena vigencia en el actual contexto socioeconómico de este miserable inicio de siglo XXI; un contexto perfectamente extrapolable a lo que se ve en la pantalla. No hace falta decir más, sólo disfrutar de esta auténtica joya.

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